El cambio de hora está próximo. Los relojes deberán adelantarse el último fin de semana de marzo del 2019 para entrar en el horario de verano, es decir, la noche del sábado 30 al domingo 31 de marzo.
Esta modificación, aplicada en todos los países de la Unión Europea (UE), tiene como objetivo ajustar la jornada laboral a los horas de luz. Cuando sean las dos de la madrugada, los relojes avanzarán a las tres.
Desde ese día, amanecerá y anochecerá más tarde. Pero esto acarrea polémica como lleva haciendo desde hace años; los médicos alertan de los efectos físicos y psicológicos que produce este cambio sobre las personas.
Los defensores de estos cambios afirman que de esta manera se aprovecha más la luz del día, ya que en el caso contrario la mayoría de las personas están durmiendo. En su lado contrario, los detractores creen que los beneficios económicos no compensan y que, además, este cambio produce irritabilidad, insomnio y desajustes alimentarios.
Es una medida que se lleva aplicando en toda la Unión Europea desde el años 2000 aunque hay países que llevan atrasando y adelantando sus relojes desde los años sesenta. Con respecto al ahorro, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) fija este ahorro en un 5%, lo que supone unos 300 millones de euros.
Fuente: La Razón.